(Hoy celebraría su Santo el insigne imaginero)
Se sigue celebrando en La Palma la llegada de nuevas imágenes religiosas tras su destrucción el 18 de julio de 1936. Tres imágenes nuevas salidas de la gubia de don Sebastián Santos Rojas. Si ya en meses anteriores se ha venido celebrando los 75 años de la nueva imagen de nuestra Patrona, ahora lo haremos con la Virgen del Socorro, de la Cofradía de madrugada.
Sebastián Santos es, por tanto, figura muy destacada, entre los artistas que han trabajado para La Palma. Su fama corrió desde La Palma hasta Sevilla, en aquellas fechas en que la quema de iglesias e imágenes, en los sucesos de la Guerra Civil, requería imagineros para reconstruir lo perdido. Así, quizás a través de la familia de Don Paulino, Sebastián entra a trabajar en distintas cofradías sevillanas, empezando por San Bernardo y posteriormente las Vírgenes de palio de Pasión, del Silencio o del Cerro, por citar algunas muy notables.
En una entrevista con la hija de este escultor, Pilar, nos cuenta que los cofrades de la Vera Cruz de Huelva dejaron escapar la que actualmente es la Dolorosa de la Cofradía del Silencio de Sevilla por resultarle en su momento una pieza demasiado cara. Hasta que fue comprada, esa Virgen estaba en una habitación de la casa de Sebastián Santos que servía de sala de música, junto a un piano.
Sebastián Santos era natural de Higuera de la Sierra, población donde vio la luz el día 22 de octubre de 1895. Desde muy pequeño empezó a modelar, ocultándose de sus padres que preferían otra profesión para su hijo. Estudió con el ceramista Pedro de Navia y en la Escuela de Artes y Oficio y Bellas Artes, donde ya destaca. Muere a los 81 años de edad.
Cuentan que la Virgen del Cerro la realizó con la idea de obtener el favor para colocar a un hijo en la fábrica de Hytasa, que estaba en este barrio hispalense. En esta ciudad existen imágenes como el Cristo de la Cena, Santa Marta, un busto de Cervantes, y la imagen de Carmen, frente a la Maestranza, y en otros lugares, así como la reproducción de la Patrona de Higuera, la Virgen del Prado, que se custodia en la iglesia del Salvador de Sevilla.
Sebastián Santos Rojas es imaginero muy conocido en Sevilla, recibió un homenaje el día 22 de octubre de 2010 en la Colegiata del Divino Salvador de Sevilla, con motivo del 60º aniversario de la ejecución de la imagen de la Virgen del Prado, que fue colocada en un altar presidiendo el acto que contó con la narración de algunas facetas humana y religiosa del escultor- imaginero por la ya citada hija: Pilar Santos Calero.
En dicho acto y de forma simultánea a las ponencias, se realizaron unas proyecciones con imágenes de la vida y obra del autor S. Santos. Su infancia fue muy dura ya que vino al mundo en el seno de una familia humilde con muchos hijos, en una pequeña casita de esta
localidad de la Sierra de Aracena, aunque fue muy mimado por todas sus hermanas mayores (creo que fueron seis o siete hermanas) que lo vestían como a un Niño Jesús. Para un niño que tiene tantas inquietudes artísticas, empieza a ser un problema buscar la arcilla, ocultar donde puede los trabajos que hace, porque sus padres no querían que hiciera ese tipo de cosas, pero fundamentalmente su avidez de conocimiento, la necesidad de todo artista de buscar un referente, un modelo que, seguir para avanzar y progresar, lo tiene que encontrar necesariamente en la Iglesia de su pueblo natal.
Sus padres murieron siendo Sebastián muy joven y tuvo que marchar a El Pedroso (Sevilla) donde fue pastor y albañil, hasta que logró entrar en una fábrica de cerámica en el barrio de Triana de Sevilla, y estudiar en la Escuela de Artes y Oficios, hasta lograr ser discípulo del gran escultor Susillo. Casado con una mujer de Valverde del Camino, puso su taller en este pueblo, haciendo muchas copias de Patronas de la provincia de Huelva, debido a la destrucción de imágenes religiosas durante la Guerra Civil española. La primera “dolorosa” la realizó por encargo del Vizconde de La Palma del Condado, Ignacio de Cepeda y Soldán, haciendo dos distintas por criterio del Vizconde: ambas quedaron en La Palma del Condado: la Virgen del Socorro y la Virgen de los Dolores. También hizo una copia de la Patrona la Virgen del Valle, a la que incorporó la cabeza del Niño Dios, que fue encontrada intacta en los sucesos de la noche del 18 de julio de 1936, donde fue quemada la iglesia donde recibía culto la imagen de la venerada Patrona.
No solo trabajó para Andalucía, también hizo obras para muchos otros sitios, como Extremadura, Madrid e incluso México, y siempre fue admirado por todos los amantes de la imaginería de cada ciudad. El discípulo de Sebastián Santos más cercano fue Francisco Buiza, el que más tiempo estuvo con él y el auténtico continuador de su estilo. Además, Buiza también fue un buen amigo. El estudio de Sebastián estaba en su propio domicilio.
“Yo era la única que me atrevía a entrar – decía su hija - cuando todo el mundo se encontraba en faena, pues aquello era como un taller artesanal de tiempos pasados, donde mi padre convivía con sus ayudantes, carpinteros, sacadores de puntos, etcétera. Uno de los carpinteros, Telesforo, vivía también en la casa. Para mi padre, el estudio era un lugar sagrado los días entre semana, y por mi atrevimiento, aunque sólo fuera para entrar y darle un beso, me llevé más de una regañina. El sábado, eso sí, cuando ya nadie trabajaba, el taller se abría de par en par y mis hermanos y yo nos colábamos para jugar con el barro y modelar todo aquello que nos gustaba”.
La Dolorosa del Rocío y Esperanza, de la cofradía onubense del Calvario, fue la última obra de Sebastián Santos, y hecha totalmente de su mano. Tuvo que estar terminada en 1973, y murió en 1977, y aunque un año antes una congestión le postró en una silla de ruedas, desde la silla dirigió a sus hijos, Sebastián y Jesús, en la ejecución de dos restauraciones y una Virgen Coronada para Sotiel (Huelva). Sebastián Santos doró y estofó casi todas sus obras. Según su hija, de las imágenes que estaba su autor más orgulloso era dos Dolorosas: la Virgen de la Concepción del Silencio, de la que hemos hablado, y la Virgen del Refugio de la cofradía sevillana de San Bernardo.
La característica principal de su trayectoria artística fue su religiosidad: trabajaba rezando. Modelaba el barro y tallaba la madera rezando al mismo tiempo, y es totalmente cierta la anécdota de las bolitas que hacía con el barro como si fueran las cuentas de un rosario, con las cuales rezaba. Además, era una persona muy espiritual, y no sólo en el plano religioso; meditaba mucho, era muy introspectivo y poseía una gran vida interior, y todo ello creo que se refleja en la dulzura de sus Vírgenes y en el estudio anatómico que hacía, tan bueno y tan especial porque siempre le confería una aureola muy espiritual. Un teólogo capuchino, Fray Juan Bautista de Ardales, influyó mucho en su vida y en esa espiritualidad de la que hablamos.
Hablando de Ardales, existe todavía cierta discrepancia sobre la autoría del Nazareno de esa localidad malagueña; la mayoría considera que es obra de Sebastián Santos, pero hay quien sigue afirmando que es una obra temprana de uno de sus discípulos, el escultor e imaginero carmonense Francisco Buiza (1922-1983). “El Nazareno es de mi padre; de hecho, mi hermano y yo lo diapositivamos a finales de los años 70 cuando todavía estaba en un desván completamente abandonado, con los brazos amarrados por una cuerda y vestido con una saya azul. Seguramente, fue una obra que se haría por intercesión de Fray Juan Bautista de Ardales” – dice su hija Pilar.
Sebastián Santos era coleccionista de obras de arte: de escultura, pintura y antigüedades. Le gustaba mucho visitar el famoso Jueves sevillano, en la calle Feria Consideraba su maestro al valenciano Francisco Marco Díaz-Pintado, del cual heredó esa serenidad neoclásica que podemos ver en su primera etapa escultórica, sobre todo en el Sagrado Corazón de Jesús que ahora está en el Seminario de Huelva, posiblemente la obra más representativa del periodo. Luego, con la reposición de obras por la Guerra Civil, comenzó una segunda etapa en la que se vio arrastrado a un mayor barroquismo; precisamente por eso, por tener que adaptarse a la circunstancia de reproducir obras del barroco puro de los siglos XVII y XVIII. Más tarde, con algunas obras, sobre todo las figuras para la Borriquita de Jerez de la Frontera, rememoraría esa primera etapa.
Firmaba todas sus obras, solo una Inmaculada Concepción pequeñita que se quedó sin firmar, pero fue una excepción a la regla. Cuando hizo los corderos que acompañan a la Divina Pastora de Capuchinos, una imagen sevillana que también restauró, metió en la garganta de uno de ellos, aquel que la Virgen acaricia con su mano, un papelito enrollado con los nombres de sus hijos. Esas cosas demuestran su fe y su sensibilidad.
Le encantaba la música. Tocaba muy bien la guitarra y era muy buen cantante. Solía cantar palos del flamenco. Era un hombre sencillo y austero, que nunca olvidó sus orígenes humildes y crió a todos sus hijos con austeridad. No hablaba de política ni le gustaba que en su casa se hablase de temas políticos, más por el miedo que había sobre eso en la época, pues su padre estaba en desacuerdo con el régimen franquista. Por otro lado, tenía un sentido del humor muy socarrón. .
Su modelo para la cara de sus Vírgenes fue una prima de su esposa, Juana Lorca Sánchez, que todavía vive a sus 80 y pico años de edad, tiene unas manos preciosas que le sirvieron en muchas ocasiones, para los juegos de manos de sus Dolorosas. Su hijo Jesús fue el modelo del Buen Pastor de Ronda (Málaga) y varios de sus nietos le sirvieron para los angelitos de sus nubes. También le posó en una ocasión una señora, cuyo nombre no se recuerda. Su hija cuenta que en unas de entradas al taller sin llamar, cuando venía del colegio, ver a un gitano colgando de una cruz como modelo de uno de sus Crucificados. Sería en torno a los años 1948-1950. “El gitano sólo llevaba puesto un taparrabos y, delante de él, había colocada una estufa para que no cogiera frío”.
Manolo Rodríguez Bueno
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