miércoles, 1 de febrero de 2012

MADRES CARITATIVAS

Tienen en La Palma una gran importancia las Hermanas de la Cruz: su obra, su convento, la figura plasmada en monumento a Santa Ángela (¡cuesta no decir Sor Ángela!) y el milagro de la Madre Purísima sobre unos hechos acontecidos en la enfermedad de la joven palmerina Ana María Rodríguez Casado.
No vendría mal que abundáramos sobre la figura de estas dos Madres de la Compañía de las Hermanas de la Cruz. Empezando por su fundadora la Santa Ángela (María de los Ángeles Guerrero González, tal como fuese bautizada) Nació el 30 de enero de 1846 en Sevilla, y vivió en la calle Trinidad, donde termina la calle Sol y cerca del Colegio Salesiano de la Trinidad. Ya mostré (fcb) algunos detalles de su casa.
            Datos de interés son que perteneció a una familia muy humilde. Fue bautizada el 2 de febrero siguiente en la parroquia de Santa Lucía, muy próxima al lugar, hoy desacralizada. Trabajó en el taller de la zapatería Maldonado. Su padre, Francisco, era cocinero del convento de los Trinitarios, y su madre, Josefa, costurera allí mismo. Tuvieron catorce hijos, de los que solamente seis llegaron con vida a la mayoría de edad. Murió el 2 de marzo de 1932 en Sevilla. Desde ese día numerosos fieles visitan, anualmente, la sede central de las Hermanas de la Cruz, y acceden a sus habitaciones. Numerosos palmerinos y palmerinas han visitado ya este Convento y en esta Orden han ingresado varias hijas de este pueblo. Juan Pablo II la beatificó el 5 de noviembre de 1982 y la canonizó, en Madrid en 2003.
No fue admitida en la Orden del Carmelo, convento del Barrio de Santa Cruz, por cuestiones de salud, pero ya en 1868 la tenemos como postulante en las Hijas de la Caridad del hospital central de Sevilla, y posterior traslado a Cuenca, dejando esta Orden por aquellos mismos problemas de enfermedad. Estamos en 1870, donde vuelve a su trabajo hasta que en 1875 empieza a albergar la idea de una “Compañía”. El día 2 de agosto de 1875 Sor Ángela, y dos mujeres más, alquilan un piso en la calle San Luis y con solo unos muebles y unas esteras de juncos, como camas, comienza la andadura de las Hermanas de la Cruz. Hoy esta Orden está en muchos sitios del mundo y no sería necesario extenderse más en una obra conocida por todos y en la espiritualidad de estas Hermanas.
El 7 de julio de 1931 la madre Ángela tuvo una trombosis cerebral que, nueve meses después, la llevaría a la muerte, siendo sepultada en la cripta de la casa madre, donde hoy, tras su traslado a la capilla del convento, reposan actualmente los restos de la Madre Purísima.
           En alguna ocasión he dejado escrito que Santa Ángela podría procesionar el día del Corpus en La Palma, con la imagen de Moreno Daza que obra en el convento de nuestro pueblo, entre la Sagrada Forma y la Cruz, a las que tanto amó en su vida.
Y de Santa Ángela evocamos ahora a la Madre Purísima de la Cruz, beatificada en una ceremonia en Sevilla el 18 de septiembre de 2010 a las diez de la mañana. (Los caminos de santidad son: Siervo de Dios, Venerable Siervo de Dios, Beato y Santo)
 Esta Madre y Hermana llamada María Isabel Salvat Romero, nació en Madrid el 20 de febrero de 1926, en la calle Claudio Coello, 25. A diferencia de Santa Ángela nació en el seno de una familia de alto nivel social. Ingresó con 18 años en la Compañía de Jesús. Culta y distinguida, hablaba tres idiomas, y se distinguió por ser observadora intachable de las reglas de la Orden. Elegida Madre General el 11 de Febrero de 1977.
Austera y pobre para sí misma -«De lo poco, poco», solía decir- hacía vivir a las hermanas el espíritu del Instituto en la fidelidad a las casas pequeñas y se entregó a todos los que la necesitaban, especialmente a las niñas de los internados. También los pobres y enfermos ocupaban un lugar privilegiado en su corazón, tal como lo hiciera Santa Ángela. Así atendía con verdadero cariño a las ancianas enfermas de las «cuevas» de Villanueva del Río y Minas, cuando estuvo allí de superiora. Diariamente por la mañana iba hasta las «cuevas» para atenderlas: las lavaba, les hacía la comida, les lavaba la ropa. Y siempre se reservaba los trabajos más duros y penosos.
Gobernó la Compañía con incansable celo y gigante espíritu de Hermana de la Cruz. Su ideal fue hacer vida el carisma de la Santa Madre Fundadora y con su vida sencilla, humilde y llena de fe, supo dar ejemplo. Fue fiel seguidora de su obra, y ha dejado en el corazón de todas sus hijas deseos ardientes de imitar su amor a Dios y a su Santo Instituto. Falleció el día 31 de octubre de 1998. También merece que se rotule en La Palma una de nuestras calles con placa alusiva.
Junto al cuerpo de Santa Ángela, descansa el cuerpo de Madre María de la Purísima, en la capillita del convento, justo al lado de la nave central de la iglesia. Allí la visitan los devotos, cada día más numerosos, que no paran de encomendarse a ella y pedirle favores.
            En la foto, procesión de la imagen de la Madre Purísima desde la Catedral de Sevilla a la iglesia de San Juan de La Palma.

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