jueves, 9 de febrero de 2012

LA PASIÓN SEGÚN SEVILLA (II)

                            
Cristo cautivo, y solo, viene, ante el abandono de sus apóstoles desde la lejana parroquia de Santa Genoveva, con salida a las 12,45 horas y entrada en Campana a las 17,50 horas, la imagen es obra de José Paz Vélez. A la mañana siguiente, Jesús fue llevado ante Poncio Pilatos, el procurador romano. Tras interrogarle, Pilatos no le halló culpable, y pidió a la muchedumbre que eligiera entre liberar a Jesús o a un conocido bandido, llamado Barrabás. La multitud, persuadida por los príncipes de los sacerdotes, pidió que se liberase a Barrabás, y que Jesús fuese crucificado. Pilatos se lavó simbólicamente las manos para expresar su inocencia de la muerte de Jesús. Por el barrio de la Calzada, Pilatos presenta a Cristo ante el pueblo, pero Sevilla no pide su muerte, se abraza a su Pasión y camina por Luis Montoto gritando su inocencia. La Cofradía de San Benito pone tres pasos en la calle el Martes Santo, el primero es un “barco” (así le llaman a los pasos de grandes dimensiones) cuyas figuras son obras de Castillo Lastrucci.
De nada sirve que Pilatos, al ser judío Jesús, lo remita a Herodes, ante el cual Cristo guarda silencio. Silencio y desprecio que se pregona desde San Juan de La Palma, otro "barco” cuya figura principal es del taller de Pedro Roldán y el resto de Manuel Gabella. La imagen de la Virgen de la Amargura de esta cofradía es muy venerada entre los sevillanos. Cristo se pasea con Herodes y un sanedrita en una cofradía nueva que hace su primera carrera oficial en 2010, con imágenes de Luis Alvarez Duarte, desde la Parroquia de San Ignacio de Loyola (Lunes Santo)
Todavía viste Sevilla al Redentor con bordada túnica en el barrio de la Macarena, para oír la lectura del Decreto que le llevará al sacrificio de la Cruz. El Cristo de la Sentencia precede a la Virgen Madre de Sevilla: la popular Macarena. Jesús fue azotado, lo vistieron con un manto rojo, le pusieron en la cabeza una corona de espinas y una caña en su mano derecha. Los soldados romanos se burlaban de él diciendo: "Salud, rey de los Judíos". Así se recuerda por los barrios que ponen sus pasos en la carrera oficial de la Semana Santa. Jesús despojado de sus vestiduras sale de la Capilla del Mayor Dolor, en la plaza del Molviedro, obra de Antonio Perea, sayones y romanos de Manuel Ramos Corona.
            Por las orillas del Guadalquivir, Jesús atado a la columna, es azotado por romanos en la Capilla de la Cigarrera, fábrica que ha cesado su producción tabaquera pero mantiene a esta cofradía en una pequeña capilla de mi barrio de Los Remedios, con salida el Jueves Santo. Cristo con la clámide púrpura se adentra por calles estrechas desde San Esteban, barrio cercano a lo que fuese la antigua y derribada Puerta de Carmona, Casa de Pilatos, calle Aguilas, con un paso cuya talla de Cristo no es conocida y al que Castillo Lastrucci ideó un conjunto de sayones y romanos que se mofan del “Ecce Homo”, su titular es nombrado como Nuestro Padre Jesús de la Salud y Buen Viaje, en posición sedente, porta una caña como el cetro de un reino que no es de este mundo. Su salida es el Martes Santo. Coronan de espinas a Cristo en la iglesia de la Hermandad del Valle, salida el Jueves Santo, cuya imagen principal es de Agustín de Perea y el resto de figuras de Joaquín Bilbao. 
Fue obligado a cargar la cruz en la que iba a ser crucificado hasta un lugar llamado Gólgota, que significa, en arameo, "lugar del cráneo". Le ayudó a llevar la cruz un hombre llamado Simón de Cirene, conocido como el Cirineo. Sevilla entera lleva la Cruz, la carga diaria de sus problemas, de sus pecados, de sus angustias cotidianas: Le colocan la cruz, aún sin cargar sobre sus hombros en el barrio del Porvenir, iglesia de San Sebastián, con un paso de Cristo de la Victoria de Antonio Illanes, con salida el Domingo de Ramos. Jesús camina y encuentra a la Verónica en plena vía, que limpia su rostro en la Parroquia de la Anunciación (Hermandad del Valle) con salida el Jueves Santo, la talla de Cristo es de Juan Bautista Patrone. Prosigue el Nazareno por Triana con una Cruz de carey, obra de Pedro Roldán: Cristo de la O, y por San Nicolás de Bari, el Cristo de la Salud de Roldán también, Hermandad de la Candelaria del Martes Santo. Y en la “Madrugá” los gitanos acompañan a su Cristo desde el Santuario del Señor de la Salud.
 Cae Jesús ante el peso del madero por el barrio de Triana, capilla de los Marineros, con un romano a caballo que le señala el camino hacia el puente de Triana, salida en la Madrugá. El conjunto es de Castillo Lastrucci y la figura de Cristo es anónima. Vuelve Cristo a clavar su rodilla en tierra, aún a pesar de la ayuda del Cirineo, desde la Parroquia de San Isidoro, imagen de Jesús atribuido a Alonso Martínez y el Cirineo de Francisco Antonio Ruiz Gijón, conocida como la imagen secundaria más importante de las que procesionan en Sevilla, que retoma su caminar con el Cirineo desde la Parroquia de San Roque, imágenes de Antonio Illanes Rodríguez. Y cae, rodilla en tierra, una vez más por Las Penas de San Vicente.
El Jueves Santo, Cristo centra la atención de Sevilla, desde la plaza del Salvador. La escultura de Martínez Montañés: su Cristo de Pasión, del que se dice que solo le falta respirar. Una talla de gran calidad artística con su Cruz a cuesta y sin Cirineo actualmente, aunque dispone de dos tallas de este ayudante de cruz. El canasto de este paso es de plata y digno de contemplarse. De plata es también el paso del Nazareno de la Misericordia (autor Felipe de Ribas) de la Hermandad de las 7 Palabras, iglesia de San Vicente (salida el Miércoles Santo) Y con la Cruz sobre su hombro, la zancada larga de la “Madrugá”, desde la Plaza de San Lorenzo, el Señor de Sevilla, con una corona que es más bien una serpiente de los pecados humanos en sus sienes. El Gran Poder hace suya la luna de Parasceve, imagen de Juan de Mesa, y antes se hace el silencio y el recogimiento estremecedor ante el Nazareno que no porta la Cruz sino que se apoya en ella como símbolo de redención, desde el antiguo convento de San Antonio Abad, una obra de Francisco de Ocampo.
Así llega Jesús al Gólgota, y mientras preparan su crucifixión, Jesús apenado en la calle San Jacinto reza al Padre, ante su muerte inminente. Cristo de las Penas, obra de Arce, salida el Domingo de Ramos, hermandad de la Estrella, del barrio trianero. Al igual que el paso de San Gonzalo su caminar es particularmente vistoso por el puente del Guadalquivir.
Cristo a punto de ser crucificado, para cumplir su objetivo de ser el sacrificio para salvación de los humanos. Está próximo a morir el Hijo de Dios, y Sevilla empieza a estremecerse.
Ya tenemos a Cristo clavado en su cruz en el suelo y elevado hasta la vertical por cuerdas, en la Hermandad de la Exaltación que pone sus pasos en la calle el Jueves Santo. Pertenece a la parroquia de Santa Catalina, actualmente en obras de restauración y durante unos años procesiona desde la iglesia de Los Terceros. En el paso, además de dos romanos a caballo (por lo que se le conoce por la cofradía de los caballos) aparecen por primera vez los dos ladrones que fueron ajusticiados con Cristo: Dimas y Gestas. La autoría de la talla de Jesús corresponde al taller de Pedro Roldán, los ladrones a su hija Luisa, y el resto de la composición a varios autores.
Sevilla, entre sus bullas y pasajes, presiente la muerte de Cristo. Las mujeres visten de negro, con mantilla y peineta. Los hombres, sus trajes oscuros y mañana seguirán los pasos en la calle.

                                                          
MANOLO RODRIGUEZ BUENO.

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